Por Juan Tomás Valenzuela
El proverbial parecido
entre David y su enllave,
muy bien podría ser la clave
que usó el cuñáo del ungido,
para dar por resolvido
el problema de la trama,
que puso a David, en cama
después de que unos sicarios,
balearan al millonario
mientras se bebía una Brahma.
Y es que dos gotas de agua
no serían más similares
que este par de comensales
oriundos de Damajagua.
En la Duarte no hay dos guaguas,
aún sea de la misma ruta,
que Aldrin y este hijo de puta
las pudiera confundir,
como a este par de faquir
los confundió este cicuta.
Inclusive, el mismo nombre
hoy mismo es irrelevante
si observan bien el semblante
de este par de superhombres.
Y que ninguno se asombre,
si en vez de uno o dos sicarios,
quien confunde a estos templarios
por ese gran parecido,
es Candita, su marido,
o uno de sus funcionarios.
Dicen que a David Ortiz
y que a su hermano gemelo,
los confundieron al vuelo
por el ancho e’la naríz.
Y que fue un simple deslíz
de un preso que está en Najayo,
que buscó 11 pariguayos
para ejecutar la orden,
que terminó en el desorden
de un sicariato de ensayo.
Pero ya, gracias a Dios
el problema está resuelto.
El herido no está muerto
y el Chey se reivindicó.
Y todo lo que se habló
del señor Abusador,
Aldrin y el Procurador
se encargarán de aclararlo,
y aquel que intente implicarlo,
tendrá un problema mayor.
Juan de los Palotes
20 junio 2019